Las colmenas de abejas siempre han existido en entornos urbanos y, excepto en casos de molestias o peligro por mala ubicación de las colonias, siempre ha habido una “convivencia” de relativa paz entre abejas y humanos. La apicultura urbana nace en el mundo a raíz de la elevada mortandad de colmenas en la apicultura extensiva y como reservorio de las abejas en un espacio propicio y protegido.
Azotea de la Escuela Primaria Sir John Cass. Londres
www.urbanbees.co.ukEntorno urbano y contaminación
A pesar de las apariencias, el entorno urbano no es hostil para la vida de las abejas. Esta aparente contradicción se basa en:
Análisis realizados en Francia sobre el contenido en la miel urbana indican una casi nula aparición de contaminantes y, curiosamente, una riqueza extraordinaria de nutrientes producto de la diversidad de plantas y árboles en el entorno urbano. En estos momentos en los que la eliminación de colonias urbanas está penalizada y los organismos públicos y particulares están obligados a la reubicación de los enjambres, se descubre una proliferación de colonias en la ciudad y su estado de salud es inmejorable.
Las abejas tienen una sensibilidad especial a la contaminación y el desequilibrio ecológico de tal manera que cuando enjambran nunca lo harán en entornos poco propicios, lo que las convierte en un buen indicador ecológico. Esto hace que en las ciudades nunca estén en lugares especialmente contaminados por lo que la miel resulta ser un producto de calidad.
En el entorno rural las abejas son sometidas en ocasiones a pesticidas y venenos agrícolas convirtiendo, en épocas determinadas del año, un ecosistema que debería ser sano en una pesadilla para la supervivencia de las abejas. En la ciudad, sin embargo, el uso de pesticidas es anecdótico y muy individualizado lo que la convierte en un ecosistema amigable para los polinizadores.
Cultura urbana, cultura rural.
El hábitat rural vive de la explotación de las plantas y animales del entorno por lo que su relación con las abejas es mayoritariamente utilitaria. El hábitat urbano vive de lo que le suministra el entorno rural, pero eso mismo le libera de una relación utilitaria con animales y plantas por lo que esa relación se convierte en algo más amistoso, una relación casi de tú a tú.
Entonces la gran pregunta es:
¿Podemos convivir con las abejas de una forma no utilitaria?
¿Podemos en las ciudades cuidar, proteger y convivir con las abejas reduciendo al mínimo la explotación de sus productos?
En la Asociación Zaragozana de Apicultura Urbana pensamos que sí