Verde con color

Los insectos felices son el mejor criterio para una ciudad saludable y próspera con una rica biodiversidad. Es por ese motivo que el desarrollo urbano ecológico y respetuoso con el clima debería ocupar un lugar destacado en cualquier agenda de planificación urbana. Promover el aumento de zonas verdes amigables con los polinizadores contribuirá, sin duda, a contar con un aire más saludable y un mejor clima.

El color verde, por otro lado, no constituye en absoluto una garantía de biotopos sanos amigables con los polinizadores. Los céspedes de plástico, por ejemplo, también son verdes y el césped biológico puede ser insostenible si se corta con demasiada frecuencia y, por lo tanto, evita que florezcan las flores

El objetivo sería definir una selección de plantas que atraigan insectos desde principios de primavera hasta finales de otoño y plantarlas por calles, jardines, parques, balcones, azoteas, senderos, arcenes… para, de esta forma, convertir la ciudad en un verdadero oasis para todos los que habitan en ella.

Las áreas verdes y sus beneficios

Las áreas verdes son superficies de terreno destinadas preferentemente al esparcimiento y/o circulación peatonal. Estas zonas están conformadas, generalmente, por especies vegetales (árboles, arbustos, flores) y otros elementos complementarios.

Beneficios de las áreas verdes

Las áreas verdes funcionan como “pulmones” en la ciudad. Las plantas y árboles capturan el CO2 del aire, y mediante un proceso de fotosíntesis, en el cual la energía utilizada es la luz del sol, la planta logra separar la molécula de CO2 transformándola en oxígeno, que se libera al aire, y carbono, que se almacena en el tallo o tronco. Es por su capacidad de renovar el oxígeno por lo que las áreas verdes se consideran “pulmones” para la ciudad, permitiendo renovar constantemente el aire. Los espacios verdes arbolados contribuyen a la formación de microclimas urbanos placenteros. Disminuyen los niveles de anhídrido carbónico (CO2), monóxido de carbono (CO) y anhídrido sulfuroso (SO2), las cuales son responsables de la formación de calima y bruma en las zonas urbanas.

“Se estima que mientras el ser humano consume entre 500 y 600 gramos de oxígeno al día, un solo árbol urbano adulto y frondoso puede producir esa cantidad en poco más de 20 minutos.”

Además las áreas verdes tienen otros beneficios para el ambiente, como regular el clima de la cuidad, captar el agua de lluvia hacia los mantos acuíferos, atrapar partículas contaminantes, amortiguar los niveles de ruido, conservar la humedad, disminuir la erosión del suelo y los riesgos de inundación, ser lugares de refugio, protección y alimentación de una gran diversidad de especies, como nuestros “amigos polinizadores”.

También las áreas verdes tienen beneficios para la población. Existe un estudio de Mathew White realizado en 2014 que dice que las áreas verdes tienen un impacto positivo muy duradero en el bienestar mental de las personas, “Existe evidencia que indica que las personas que viven cerca de espacios verdes están menos estresadas, y cuando están menos estresadas toman mejores decisiones y se comunican mejor con otros”

Dada la importancia de las áreas verdes para la calidad de vida de la población y el ambiente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un estándar de 9 m2/habitante. Este indicador de superficie de áreas por habitante, se refiere a las áreas verdes declaradas y con mantenimiento municipal.

¿Cómo podría nuestra ciudad recuperar el paisaje deteriorado?

Una de las formas más naturales sería abarcando el problema desde la raíz, es decir, mejorando el mapa de polinización del lugar para que las especies florales se puedan reproducir, y así restaurar el paisaje.

Los agentes polinizadores son los encargados del proceso importante de la fecundación y reproducción de las plantas, ya que estos transportan granos de polen de una flor a otra. En otras palabras, las especies florales no son capaces de reproducirse por sí solas como las especies animales, por lo tanto requieren de un agente que les ayude con tales tareas. El transporte de polen puede ser realizado por agentes abióticos como agua y viento, o bióticos como animales diversos.

Corredor de flores silvestres de 11 km para disfrute de las abejas londinenses

Importancia de las abejas

Las abejas cumplen un rol muy importante en la polinización de las plantas de todo el planeta. El 80% de las plantas que florecen, requieren del proceso de polinización para existir. Las abejas, entre otros polinizadores, son las que tienen la misión más importante, polinizando el 73% de los cultivos y a 250.000 especies diferentes de plantas. Las abejas van de flor en flor recolectando néctar y granos de polen que se adhieren a sus patas posteriores. Al ir pecoreando de flor en flor, estos granos que se adhieren a su cuerpo van polinizando a las flores que va visitando.

¿Por qué  desaparecen?

Las abejas son parte importante del ecosistema, ya que de ellas depende no lo sólo la producción de alimentos como la miel, polen y sus derivados, sino que también son las encargadas de llevar a cabo la polinización, es decir, ellas son las encargadas de que la mayoría de las especies del mundo vegetal se reproduzcan. La ONU está preocupada teniendo en cuenta que un 75% de los cultivos del mundo dependen de la polinización de las abejas y otros insectos y que la media actual de mortandad es del 30% llegando en las poblaciones más críticas al 80%. Las abejas desaparecen principalmente por 5 razones:

1. Pesticidas: Uso abusivo de insecticidas y herbicidas, altamente tóxicos para las abejas.

2. Plagas: Al igual que muchos organismos, las abejas son susceptibles al ataque de bacterias, virus y parásitos. Las principales enfermedades de las abejas son varroasis, nosemosis, acariosis traqueal, cría yesificada, loque americana, y loque europea.

3. Cambio climático, que trae consigo el aumento de la temperatura, sequías, la alteración de los ciclos naturales y la disminución de sus ambientes naturales.

4. Sobreexplotación y prácticas que no respetan las necesidades de la colmena. Algunos apicultores ven a las abejas como un factor productivo, ya que pueden conseguir dinero comercializando sus productos: miel, propóleo, jalea real y polen. Las prácticas apícolas modernas crean gran estrés en las abejas dando lugar a una baja resistencia a las enfermedades. Estas prácticas incluyen la masificación de colmenas en los apiarios, el uso de alimentación artificial (al no dejar suficiente miel en las colmenas), el transporte de colmenas y el tratamientos químicos entre otros.

5. Monocultivos Los monocultivos son grandes extensiones de un sólo tipo de cultivo. Al plantar de esta forma, las abejas sólo tienen un tipo de flor a la cual polinizar y de donde recolectar néctar. Estos cultivos florecerán por un corto período de tiempo y luego las abejas ya no tendrán nada más con qué alimentarse. Los monocultivos disminuyen la biodiversidad y la flora nativa, esenciales para el desarrollo de estos insectos polinizadores.

Colmenas urbanas

Por diferentes motivos las abejas, en entornos rurales, están desapareciendo, por lo tanto en las colmenas urbanas podríamos encontrar una posibilidad de poder ayudarlas.

La ciudad, contrario a lo que se cree, tiene una gran cantidad de beneficios para las abejas. Las abejas urbanas viven mejor, menos estresadas y con menos plagas. Y por el otro lado, la ciudad es “polinizada” por las abejas, reproduciendo sus especies vegetales, mejorando y diversificando el entorno. Se crea así la “simbiosis perfecta”.

Beneficios para las ciudades

Las ciudades que no están bien planificadas obtienen pocos beneficios de las áreas verdes dada su escasa existencia en la ciudad. Las áreas verdes contribuyen a la mejora de la calidad ambiental de las ciudades, pero al ser escasas o estar muy degradadas, no pueden cumplir bien esta función. Las abejas por lo tanto, desarrollarían un rol muy importante en las ciudades, ya que, al ser los agentes polinizadores por excelencia, ayudarían en la reproducción de las plantas y recuperación de las áreas verdes, además de su función clave en el mantenimiento de ecosistemas.

A las abejas se las considera bioindicadores, su función es alertar del estado ambiental de un lugar concreto. Las abejas son un buen indicador para valorar si el medio ambiente goza de buena salud. En este sentido, las ciudades en la que las abejas puedan prosperar serán entornos urbanos más saludables que aquellos otros en los que no puedan hacerlo. Por lo tanto es una necesidad proteger a las abejas, tanto para la salud de las ciudades, recuperando sus “pulmones verdes”, como para la supervivencia del ser humano y de otras especies

Beneficios para las abejas

Las abejas también obtienen beneficios de las zonas urbanas, si las ciudades están bien planificadas, permiten ser un lugar de refugio y alimento para ellas cuando la flora nativa escasea, puesto que sus periodos de florecimiento son cortos o están contaminados por pesticidas.

Las ciudades ofrecen una amplia gama de flores, árboles y arbustos (en las ciudades bien planificadas), generando diferentes épocas de floración y por lo tanto de alimento

La existencia de colonias naturales de abejas en las ciudades es beneficiosa para el medio urbano porque promueven un entorno más verde y, al mismo tiempo, la ciudad les corresponde creando o adaptando espacios en los que puedan ser felices.

¡Ciudades más verdes, abejas contentas y todos mucho más saludables!